El 13 de noviembre, se celebra la memoria del Beato Artemide Zatti
(1880-1951), salesiano coadjutor. Partió con la familia de Italia, en
busca de una vida mejor en Argentina, la tierra soñada por Don Bosco,
descubrió su vocación salesiana, vivida en un servicio apasionado,
competente y lleno de amor por los enfermos.
Por el P.Pier Luigi Cameroni, SDB
Sus
casi 50 años de vividos en Viedma expresan la historia de un religioso
ejemplar, puntual en el cumplimiento de sus deberes comunitarios y
dedicado totalmente al servicio de los necesitados.
Lo
que dio profundidad a esto y que de inmediato impactaba a quienes lo
encontraban fue la figura interior de Artemide Zatti, la de discípulo
del Señor, que vivió en cada momento de su consagración, en constante
unión con Dios y en la fraternidad evangélica. El parecer de los médicos
que estuvieron cercano a él durante mucho tiempo, en momentos
profesionalmente delicados como las largas operaciones; desde las
valoraciones de colaboradores y cooperadores; en las palabras de
funcionarios públicos, como desde el testimonio de los hermanos, surge
una figura completa, también por aquel equilibrio salesiano por el cual
las distintas dimensiones se unen en una personalidad armoniosa,
unificada y serena, abierta al misterio de Dios vivido en lo cotidiano.
Es admirable que, con las difíciles tareas que realizaba, Artemide Zatti nunca
perdió elsentido comunitario, sino que siempre participó y disfrutó de
la oración cotidiana, de los momentos de fraternidad en la mesa y de las
ocasiones de compartir en la alegría de la familia, que en él se
manifestaba de una manera especial. La comunidad salesiana era para él
lugar de la experiencia de Dios y de fraternidad evangélica.
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