(ANS – Roma) –
En este mes de julio, con el P. Pierluigi Cameroni, Postulador General
para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, recordamos la
figura de la beata María Romero Meneses, de las Hijas de María
Auxiliadora (FMA).
Nacida
en Granada de Nicaragua, el 13 de enero de 1902, era hija de un
ministro del gobierno republicano, hombre muy rico y generoso, tanto,
que fue engañado y vio su situación económica comprometida para siempre.
María, que había estudiado música, piano y violín, eligió el camino
religioso, convirtiéndose en Hija de María Auxiliadora. Le parecía que
el carisma de Don Bosco había sido creado justo para sus santas
aspiraciones.
Pronunciadoslos
votos perpetuos fue enviada a San José, Costa Rica, para enseñar a
jóvenes ricas. Pero buscaba especialmente "niños pobres y abandonados",
como Don Bosco; y conquistados los de la ciudad, fue por montes y valles
para "salvar almas".
Como Don Bosco formó, escogiendo entre las mejores de sus estudiantes, a las discípulas para la obra del Oratorio. Las llamó las misioneritas y
realizaron milagros. Incluso cuando debía dejar la enseñanza no la dejó
jamás, hasta su último aliento, el catecismo para pequeños y grandes.
Las hizo crecer en torno a "obras sociales" para impresionar incluso al
gobierno. Logra crear un pueblo para los más pobres de los pobres, dando
a cada familia su propia casa. Supo inspirar tal devoción a María
Auxiliadora y le hace construir una iglesia en el centro de San José.
Los grandes éxitos los obtuvo con su fe y la cooperación de personas
adineradas, conquistadas a la causa después de experimentar los efectos
de la devoción mariana.
Tanto
era activa, como era mística: vivía en íntima unión con Dios, sus días
se transcurrían en una actividad intensa, pero su corazón estaba morando
en Dios. A su muerte, se encontraron muchas hojas sueltas con sus
mensajes rápidos para el cielo: para Jesús, para María, pensamientos de
la comunión espiritual, poesías sobre la belleza de la creación y todas
las obras de Dios.
Murióel
7 de julio de 1977. Hoy nos deja este mensaje: "Quién quiere amar a
Dios debeolvidarse de sí y entregarse a él sin ningún tipo de cálculo.
Debe sumergirse en Dios como la piedra lanzada al abismo".
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